viernes, 9 de agosto de 2013

Un cuento

Todavía me resonaban las palabras del papa en la Jornada Mundial de la Juventud, sobre escuchar a "los viejos" y a los "jóvenes" (o los pequeños), en esos días en una farmacia encuentro una revistita que realiza una fundación de nuestra ciudad. En sus páginas tenía un lindo cuento, de un autor local, que resume o ilustra, o profundiza ese mensaje, lo dejo a continuación...

Hortencia, la hormiguita que conoció el cielo.

-¡¡¡Conocí el cielo, conocí el cielo!!!
Así venía gritando por el caminito de hierbas recién cortadas. Hortensia la hormiguita soñadora, la mas pequeña de las hormigas que habitan en la huerta del señor Héctor tiene en el fondo de su casa.
-¡¡¡Hermanas, hermanas, mis sueños se hizo realidad, conocí el cielo!!!
Seguía gritando a voz de cuello Hortensia y tan apurada venía que atropelló a las otras hormigas que con su carga a cuesta ya casi estaban entrando al hormiguero, desparramándolas por el suelo y haciendo un bochinche bárbaro.
-¡¿Pero, por qué tanto alboroto?!- intervino la Reina Hormiga Haydé en un tono que demostraba un humor más de perro que de hormiga.
- Ocurre que estaba yo trabajando en las hojas del helecho serrucho cuando de repente, empecé a elevarme y entonces vi como el helecho serrucho se hacía más chiquito y como nuestro camino desaparecía ante mi vista, y vi…lo que siempre había soñado…¡¡¡Las nubes y el cielo!!!¡Y allí arriba vi…!
-¡Basta, basta y basta!- gritó más que enojada la Reina Hormiga Haydé. –Ya todos aquí estamos hartos de sus tonterías; no es la primera vez que por andar soñando cosas imposibles como conocer el cielo, holgazaneas y no cumples con tu trabajo, lo que, como tu bien lo sabes, trae consecuencias terribles para el hormiguero; por ello y a partir de este momento, cumpliendo como corresponde mi rol de Reina, Hormiga Haydé- dijo esto con tono más que autoritario- ¡te ordeno que permanezcas encerrada en el hormiguero hasta que aprendas a trabajar más por tus hermanas y ser menos soñadora!
-¡Pero Reina Hormiga Haydé, esta vez mi sueño se hizo realidad, conocí el cielo! ¡¡¡Ah, si viera usted que hermoso es!!! ¡Por favor Reina Hormiga Haydé no me castigue, por favor, es verdad lo que digo, yo conocí…!
Y Hortensia, la hormiguita soñadora, la más pequeña del hormiguero, no pudo continuar hablando porque el llanto se lo impedía.
-¡Ya he dado una orden- dijo la Reina Hormiga Haydé- y esta será cumplida!
-¡No, no, no, no, no! Se escuchó entonces, desde la entrada del hormiguero, al abuelo Horacio, papá de la Reina Hormiga Haydé, que con la vocecita típica de los abuelos y la paciencia que caracteriza a ellos continuó diciendo:
-¡ No hay nada más triste que permitir soñar a los niños! Es como si a nosotras, las hormigas, nos eliminaran la tierra, la hierba. Los niños, los jóvenes y también nosotros, los más abuelitos, debemos siempre tener un sueño para sentir que estamos vivos. Tú misma- dijo el abuelo Horacio dirigiéndose a la Reina Hormiga Haydé- cuando eras chiquita como Hortensia, soñabas con ser reina, y con el tiempo tu sueño pasó también a ser mi bello sueño; y bien sabes que no hubo para ti que el día que ese, tu sueño, se convirtió en realidad. Mas, mucho más lo fue para mi porque pude comprobar que, a través de ese sueño tuyo hecho realidad, yo seguía mas vivo, simplemente, por haber dejado de soñar.
-Si…pero Hortensia…- dijo la Reina Hormiga Haydé con la voz quebrada por la emoción despertada por las palabras de su padre, el abuelo Horacio- ¡Hortensia es muy soñadora! Hasta se diría…¡mentirosa! Porque bien sabemos todos que una hormiga no puede llegar al cielo, y ella ha dicho…
-¡No, no, no, no, no!- volvió a reiterar el abuelo Horacio interrumpiendo a su hija la reina hormiga Haydé- Si a veces escucháramos con la atención que ellos se merecen a los chicos, creo que podríamos asegurar que no hay sueño imposibles. Todos en el hormiguero sabemos que nuestra pequeña Hortensia siempre ha soñado con conocer el cielo, y hoy, mientras estaba yo hamacando en en la hojita de una ortiga, vi a Humberto, el sobrino del señor Héctor, remontar lo que los humanos llaman barrilete, una fina hebra, de la colorida cola del mismo enganchó a Hortensia justo cuando estaba trabajando en el helecho serrucho y…- concluyó el abuelo Horacio- a partir de allí todos ustedes conocen lo que aconteció luego.
-¡Así fue- dijo Hortensia, la hormiguita soñadora, que aún lloraba un poquito- ocurre que por la emoción que sentía no supe expresarme como correspondía! Porque…¡¡¡no saben lo hermoso que es el cielo azul y las nubes!!!
-Está bien, está bien!-intervino la Reina Hormiga Haydé recuperando su tono autoritario de reina- Debemos reconocer que las cosas apuradas no siempre conducen a términos felices. Tú Hortensia, por contar apresurada lo que te había acontecido, no fuiste interpretada correctamente; y yo, también por apresurada, estaba a punto de cometer una tremenda injusticia contigo, por ello te pido disculpas y olvida la orden impartida. ¡Ah, quiero que sepas lo mucho que me alegra comprobar que tu sueño se ha hecho realidad!
Y pretendiendo darle un tono autoritario a su voz que nuevamente la emoción le había hecho perder, la Reina Hormiga Haydé ordenó:
-¡Y ahora todas a trabajar que ya se ha perdido mucho tiempo! ¡Vamos, vamos, rápido, rápido!
Hortensia agradecida y muy contenta, secó sus ultimas lagrimitas y ya se iba a cumplir su tarea cuando volvió casi corriendo y abrazando fuerte, pero muy, muy fuerte al abuelo Horacio, le dijo:
-¡Gracias abuelo Horacio por lo que ha hecho por mí!- y le dio un sonoro beso.
-¡No, no, no, no Hortensia!- contestó el abuelo Horacio, papá de la Reina Hormiga Haydé, con la vocecita típica de los abuelos y la paciencia que caracteriza a ellos- Es a ti a quien debemos darte las gracias, porque gracias a tu sueño, hoy hecho realidad, nuestras almas de hormiga, también han conocido el cielo.

 TONY MOREYRA (pte de Campana Amanecer Literario)

A.M.D.G.
Laura 


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